DUALCILLO: VOLAR


VOLAR


(Del lat. volāre). Cuando te marchas de casa (hablamos de casa como lugar de origen y no de hogar, ya que hogar, para mí, es allí donde me encuentro) al extranjero o relativamente alejado de ella, el tiempo transcurre en términos aeronáuticos. ¿Cuántas horas de vuelo hay entre tu gente y tú? ¿Cada cuánto saltas de aeropuerto en aeropuerto cual ficha del Juego de la Oca "entre puente y puente y tiro porque me lleva la corriente"?  Estoy aprendiendo rápido a disfrutar del tiempo en las terminales entre idas, venidas y marchas, directamente.


Parece que no, pero me veo rodeado de gente que puede que, como yo, se aleje de casa para vivir una nueva aventura, o regrese de sus vacaciones a hacer lo que sea que hagan, o llegue en pos del amor romántico digno de Hollywood tras innumerables horas de Skype (estas cosas suceden, en la era de la vida 2.0 le cueste a la sociedad aceptarlo o no). Cuando veo este discurrir, nunca puedo evitar sonreírme y hacer back up de lo aprendido y vivido si estoy regresando, o preparándome mentalmente para lo que tenga que encontrar en casa ya que siempre sabes como dejaste las cosas pero jamás cómo te las vas a encontrar (es norma de vida que todos avancemos en nuestra vida y no puedes pretender que se te espere de manera eterna sino participar, como buenamente permiten las redes en la actualidad, en las vidas y actividades de tu gente para no estar más alejado que los miles de km que no suponen nada si las mentes están conectadas).


He conseguido hacer del "ahora me voy - ahora vuelvo", mi vida. Modo de vida envidiable para algunos, reprochable para otros, imposible de entender para los de más allá y algo que me hace plenamente feliz y es que justo en esos tránsitos aeroportuarios, es cuando he podido valorar la inmensa suerte que tengo por atesorar lo mejor del mundo. Imposible de calcular, pero terriblemente fácil de disfrutar: mis amigos.


La salud es genial, el tener las cosas claras en la vida y vivirla al máximo es genial, las aventuras, excitantes. Pero, ¿de qué sirve si no tienes a quien te eche la bronca, o te abrace o simplemente te mire pasmado pensando "esté está loco, pero le quiero"? De nada. El tener la necesidad de la excusa de volver a casa a pesar de no saber qué encontrar, es una chocolatina que siempre, siempre, quiero abrir y comer, al más puro estilo Kinder Sorpresa.


Volar cada vez más lejos hace que mi alma y mente vuele más rápido de vuelta a casa a buscaros a cada uno de vosotros.

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