Motivo.
(Del lat. tardío motīvus, relativo al movimiento). ¿La estática? Eso nunca fue para mí. Ya de
pequeño, era conocido como “El Paseante” por mis profesores de preescolar y primaria. ¿Pista de
lo que estaba por venir? Hoy puedo decir que sí, que de alguna manera, he dejado que mi
cuerpecito maltrecho se deje llevar por la inercia, ese moverse con cierta tendencia, a no ser que
haya algo que te impida el movimiento.
“¿Y el rozamiento no te dificulta ese avanzar?” Es lo que intuyo al observar en muchas ocasiones,
ciertas caras de incredulidad o sospecha, al explicar qué es lo que me lleva a actuar en base a lo
que pienso, siempre. Fiel a mis principios, sean los que sean. Consecuente. Si has visto bien de
cerquita la muerte, en dos ocasiones, sobre sendas mesas de operaciones, aprendes, de golpe y
porrazo, que la vida no es lo que te marcan los anuncios de la televisión, ni lo que la gente que
tienes a tu alrededor quiere para ellos mismos y por ende, como a ellos les hace feliz, para ti, ni lo
que quiere tu abuela, que piensa “¿cuál será la siguiente tontería de este, mi alocado nieto?
¿Desde donde me llamará la próxima vez y por qué lo veo desde una pantalla?”.
La vida es ese roce con ella, que hace que te pongas a correr, cuando todo el mundo te dice que
no deberías, que alguien tan débil tras tanta operación, debería resignarse. Reírse de tus
desgracias y convertirlas en gracias. Pensar en Nicaragua y sus volcanes y saber que, en menos
de lo que parece, vas a estar llenando de barro tus zapatillas y piernas, corriendo hacia el cráter.
Acojonarte al ver el vacío de no saber qué hay mañana, notar esa mueca en la cara sabedor del
desafío y de que vas a lanzarte a por él, porque ya has estado muerto. Es respeto por todo lo que
te rodea y como lo respetas, quieres ser parte de ello, no desde el sofá, sino entre los gritos de
niños en un patio de escuela lleno de polvo. Es otro tatuaje. Ese polvazo furtivo que no esperas.
Busco mi límite, lo abrazo y lo saludo. Así, con cada día. Un domingo más, saliendo a correr a las
22:30 con -8ºC y tras haber trabajado sin parar 10h, despertando ovejas y tratando de no partirme
la crisma con el hielo. ¿Imprudente? No. Sensato, para mí, puesto que es lo dicho, son mis
principios, los de seguir mi mente y lo que pienso, lo hago.
Nerea me dijo el otro día, “¿por qué no das una pincelada de qué te hace que hagas lo que
haces?” y yo, soy muy obediente, cuando quiero.
“Tú no eres normal” y eso es, sin más, el empujón necesario para tratar de llevar alegría por la
naturalidad, allá donde sea posible. Sin, más. Sin menos.
Pd: Me se de uno que se sorprendió anoche navengando en los mares de internet y terminó
encontrando una pequeña muestra de TODO lo que se puede ganar con NADA. Os presento La
Esperanza de Granada. Acompañadme. https://www.youtube.com/watch?v=_Bzb4ugfd-g
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